Acabo de leer las palabras de una insospechada buena amiga. Me remontaron a un tiempo de otros amigos que la distancia ha rasgado de mi día a día. Es curiosa la sensación de aliento que experimenté mientras las leía, como si una revelación de mi propio carácter emergiese de otros ojos. Sí, porque los ojos propios mienten, como miente el espejo (o como uno hace al espejo que mienta). Y justo cuando más perdido estás en algún marasmo inoportuno, esos ojos ajenos te recuerdan que hay un lado de ti abierto a hacerle travesuras a la vida y reírse con todo el cuerpo.
Gracias, amiga.
:) Gracias a ti amiga, porque se que también puedo contar contigo!
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